Y por supuesto, pienso en ese muchacho que es Alvaro Ramírez, y me alegro de pensarlo con éste poema:
Muchachos y Guitarras
ESOS muchachos que andan por la calle
con sus guitarras,
Esos muchachos insolentes
que entran en cada casa
como animales locos
golpeando a diestra y siniestra
con sus voces
el mundo.
Parecen ángeles salvajes,
naipes que auguran el nuevo amor, la vida.
Esos muchachos pintarrajeados,
soles de agosto, hondas
de David contra el pecho decrépito del mundo.
Violentos, dolorosos, insolentes,
como el golpe que pegan en las caras
de los burócratas, de los desamorados.
Esos muchachos cambian el destino
del aire hueco y la ciudad que encona.