Para mí la lectura es bucear en mundos que se abren, es sumergirme en la seducción de olores texturas ritmos aromas voces susurros. La literatura es un universo de gestos sentidos pálpitos alaridos susurros quejidos ascensos y descensos con nombre de mujer.
La página que se abre, la solapa que se acaricia, la tinta que se derrama en la hoja que tiembla, la piel de la contraportada, la huella de la mano temblorosa del lector en la hoja en blanco. En qué otra cosa piensa uno cuando una tierna voz le pregunta: ¿Te gustaría leer conmigo?
Y cuando me preguntan eso, se me vuelve imposible asumir ciertas lecturas como un deber académico. Más bien son una incitación, una deliciosa provocación que procuro pasar por alto, y entonces me hago el pendejo para que ella, con un libro en las piernas y en un susurro me repita:¿Bebé, quieres leer conmigo?
Entonces voy a mi biblioteca, preparo mis mejores argumentos literarios, mis mejores párrafos, mis estrambóticos poemas, y casi siempre soy recibido de la mejor manera, con la pregunta más maravillosa de todas:¿Trajiste un libro?
Porque sin libro no hay viaje, no hay inspiración, se acaban los piratas, Romeo y Julieta se vuelven un chiste cinematográfico, desaparecen Simbad el Marino y los deliciosos escarceos amorosos de Circe a Odiseo en su aposento mineral. Por eso en toda aventura deberá siempre estar: la literatura de por medio
Y si la literatura es femenino (nunca diremos EL literatura), pues la lectura también. La lectura silenciosa, la lectura en voz alta, la lectura en el bus, la lectura en el metro, la lectura en la cama la lectura en la biblioteca, la lectura en la playa. La lectura en compañía: ¡qué placer!
Y desde luego, la lectura solitaria también: ¡qué placer!
Por supuesto que hay muchas formas de leer. Ya Daniel Pennac (con su fálico apellido, a propósito) nos regaló Los derechos imprescriptibles del lector. Tenemos desde entonces, el derecho a saltar páginas, el derecho a detenernos en ciertos capítulos, el derecho a releer, el derecho a picotear, el derecho a no terminar un libro y, desde luego,a leer de adelante hacia atrás o de atrás hacia adelante
Hay lectores avezados, voraces, expertos, principiantes, comelibros, nerdos, lectores que fingen el placer o que no llegan nunca al final de una buena obra. No importa en donde me ubique, lo importante es que para mí, la lectura siempre me aproxima a un delicioso delirio
No hay duda, cuando ya tienes abierta la página, una buena lectura te atrapa, te devora, te hunde, te humedece, te despeina, te sumerge, te atrae hasta la fusión total entre tú y la obra, y entonces, te debates como náufrago, queriendo ser náufrago y sólo te salvas si no te quedas en la orilla
Claro que corres el riesgo de que una buena obra te domine
O te de bien duro
Por eso debes saborear cada página con plácida delectación, ¡Ah!, la lectura…
Y cabalgar en buena compañía por universos literarios inexplorados
Y ensayar la lectura al alimón, a dos voces, a dúo (a veces una tercera voz viene de perlas)
Y a veces también, sucede que los libros se pierden, se esfuman, cogen su propio camino, se van de los estantes, desaparecen,Pero queda siempre la literatura.
Pensando en esta relación mía un poco demasiado apenas enormemente a ratos siempre confusa con la literatura, es que me he enterado de que la Universidad del Tolima realiza, después de diez años, una Feria del Libro en la primera semana de noviembre de 2008.Y me han dado un poco de ganas de leer y de invitarlos a todos a la fiesta de la vida, al festín de la literatura. De invitarlos a que se dejen seducir y abran su cuerpo, su piel y su alma a un buen libro. Feliz lectura.
(Aclaración 1: las imágenes son de Pablo Gallo, los textos los he puesto yo, por lo cual asumo la responsabilidad ante cualquier mala lectura).
(Aclaración 2: La expresión ¿Te gustaría leer conmigo? es una invitación a la lectura)