10/27/2008

¿Te gustaría leer conmigo?

Leí Hermano Cerdo y llegué al Libro de Voyeur. Grata visita. He pensado entonces en mis relaciones problemáticas con la literatura y los libros. He pensado que los libros no deberían mentarse en masculino (los) sino que deberían tener denominación femenina siempre.

Para mí la lectura es bucear en mundos que se abren, es sumergirme en la seducción de olores texturas ritmos aromas voces susurros. La literatura es un universo de gestos sentidos pálpitos alaridos susurros quejidos ascensos y descensos con nombre de mujer.

La página que se abre, la solapa que se acaricia, la tinta que se derrama en la hoja que tiembla, la piel de la contraportada, la huella de la mano temblorosa del lector en la hoja en blanco. En qué otra cosa piensa uno cuando una tierna voz le pregunta: ¿Te gustaría leer conmigo?
Y cuando me preguntan eso, se me vuelve imposible asumir ciertas lecturas como un deber académico. Más bien son una incitación, una deliciosa provocación que procuro pasar por alto, y entonces me hago el pendejo para que ella, con un libro en las piernas y en un susurro me repita:

¿Bebé, quieres leer conmigo?
Entonces voy a mi biblioteca, preparo mis mejores argumentos literarios, mis mejores párrafos, mis estrambóticos poemas, y casi siempre soy recibido de la mejor manera, con la pregunta más maravillosa de todas:

¿Trajiste un libro?
Porque sin libro no hay viaje, no hay inspiración, se acaban los piratas, Romeo y Julieta se vuelven un chiste cinematográfico, desaparecen Simbad el Marino y los deliciosos escarceos amorosos de Circe a Odiseo en su aposento mineral. Por eso en toda aventura deberá siempre estar: la literatura de por medio
Y si la literatura es femenino (nunca diremos EL literatura), pues la lectura también. La lectura silenciosa, la lectura en voz alta, la lectura en el bus, la lectura en el metro, la lectura en la cama la lectura en la biblioteca, la lectura en la playa. La lectura en compañía: ¡qué placer!
Y desde luego, la lectura solitaria también: ¡qué placer!
Por supuesto que hay muchas formas de leer. Ya Daniel Pennac (con su fálico apellido, a propósito) nos regaló Los derechos imprescriptibles del lector. Tenemos desde entonces, el derecho a saltar páginas, el derecho a detenernos en ciertos capítulos, el derecho a releer, el derecho a picotear, el derecho a no terminar un libro y, desde luego,

a leer de adelante hacia atrás o de atrás hacia adelante
Hay lectores avezados, voraces, expertos, principiantes, comelibros, nerdos, lectores que fingen el placer o que no llegan nunca al final de una buena obra. No importa en donde me ubique, lo importante es que para mí, la lectura siempre me aproxima a un delicioso delirio
No hay duda, cuando ya tienes abierta la página, una buena lectura te atrapa, te devora, te hunde, te humedece, te despeina, te sumerge, te atrae hasta la fusión total entre tú y la obra, y entonces, te debates como náufrago, queriendo ser náufrago y sólo te salvas si no te quedas en la orilla
Claro que corres el riesgo de que una buena obra te domine
O te de bien duro
Por eso debes saborear cada página con plácida delectación, ¡Ah!, la lectura…
Y cabalgar en buena compañía por universos literarios inexplorados
Y ensayar la lectura al alimón, a dos voces, a dúo (a veces una tercera voz viene de perlas)
Y a veces también, sucede que los libros se pierden, se esfuman, cogen su propio camino, se van de los estantes, desaparecen,

Pero queda siempre la literatura.
Pensando en esta relación mía un poco demasiado apenas enormemente a ratos siempre confusa con la literatura, es que me he enterado de que la Universidad del Tolima realiza, después de diez años, una Feria del Libro en la primera semana de noviembre de 2008.

Y me han dado un poco de ganas de leer y de invitarlos a todos a la fiesta de la vida, al festín de la literatura. De invitarlos a que se dejen seducir y abran su cuerpo, su piel y su alma a un buen libro. Feliz lectura.

(Aclaración 1: las imágenes son de Pablo Gallo, los textos los he puesto yo, por lo cual asumo la responsabilidad ante cualquier mala lectura).

(Aclaración 2: La expresión ¿Te gustaría leer conmigo? es una invitación a la lectura)

10/25/2008

¿Quiénes son los terroristas?

El mazo se jaló una excelente entrada que remata con ésta canción:

10/13/2008

With or without you

¿Es pobre el Chocó?

Esta pregunta se la hice a una amiga que vive en el Chocó. La invité, además, a que abriera un blog sobre el tema. He aquí su respuesta.

Sobre el Atrato todo es alegría, de una forma asombrosa las lágrimas que caen en lloró se convierten en nubes de colores en el atardecer sobre el río.

Acabo de llegar de unas visitas a las escuelas de Condoto, Certegui, Itsmina, Lloró y Yuto. Luego voy con los talleres para los bellos niños negros, bellos, demasiado bellos, con sonrisas gigantes como si la felicidad pudiese existir, con mamás de hermoso pelo ensortijado que por culpa de la TV se hacen mil cosas para que sea liso como babas de blanco.

Estoy replanteando seriamente eso de la pobreza. Aquí en esta selva maravillosa todo está lleno, lleno de oro, de madera, de agua, de sonrisas, de niños felices jugando, de hombres que trabajan, de mujeres que aman y aman, de fertilidad, de sol y lluvia.

He buscado la miseria y la encuentro en el saqueo, en el saqueo diario de oro y madera que acaba el río y la selva, en la explotación a los cuerpos, fuertes y trabajados por la historia, de cada aserrador, de cada minero, que es minero desde niño. La miseria es el futuro que le espera a este lugar si el sistema sigue, la miseria será el día que esta selva ya no se recupere, que todo sea un desierto, que a esta gente hermosa la dobleguen, le quiten su natural alegría, su vida, vida que todo el tiempo ofrece, sigue dando a pesar del robo diario, del odio diario.

No creo que el Chocó sea pobre, es saqueado, explotado, odiado por un sistema que odia la vida, el amor, la belleza.

Hasta pronto, un abrazo.

(Soy muy tímida para aparecer en un blog, además escribo como etnógrafa y eso con mucho, muchísimo, trabajo. Mejor sigo espiándote virtualmente).

10/02/2008

Amargo

Almorzar, pedir el almuerzo del día, decir sí a la mesera, tomar la servilleta ponerla en las piernas, mirar por la ventana, retener el dolor, sentirlo, mirar por la ventana, mirar los cubiertos, retirar el vaso de cristal, no mirar a los comensales vecinos, no tirar los platos calientes a la mierda, ingerir cristianamente el alimento que dios y la mesera pusieron inescrupulosamente frente a tí, tragarse con el postre también el hastío, la oscuridad que ronda, masticar la rabia, pagar la cuenta, recibir una golosina miserable y atesorarla en el bolsillo hasta que se derrita. Es lo único dulce que te queda.